Antes de escuchar las preciosas enseñanzas, primero corrijamos nuestra motivación con la mente de bodhicitta, para escuchar estas preciosas enseñanzas.
Previamente, terminamos con la perfección de la ética moral. Ahora continuaremos con el resumen de la ética moral y luego con el capítulo de la paciencia.
Lectura del resumen de la perfección de la ética moral y el capítulo 14: La Perfección de la Paciencia
- ¿Puede hablar un poco sobre cómo el deseo de vengarse, de sentirse ofendido, viene de la creencia en un “yo” sólido?
Hay dos tipos de vacuidad: la vacuidad del yo y la de los fenómenos.
Primero investigamos el “yo”, “mi”. ¿Dónde está el “yo”? Siempre pensamos en el “yo” como algo sólido, que viene desde su propio lado y que existe como algo inherente.
De acuerdo con el Camino Medio, no hay nada que exista desde su propio lado.
Si el “yo” existiera desde su propio lado, cuando los demás nos ven a nosotros, verían “yo”. Pero, en cambio, nos ven como “tú”.
Entonces, cuando investigamos de esta manera y realizamos esto directamente, la ira, el deseo y demás se eliminan completamente; estos se detienen por completo.
Todos estos provienen de la raíz de la creencia en un “yo”. Hay dos tipos de “yo”: personal y de los fenómenos, y dos ignorancias. [Cuando esto se realiza], se alcanza la budeidad.
- Al inicio del capítulo, Gampopa describe la paciencia como “tranquilidad”. ¿Es posible definir este término con más precisión?
Tranquilidad es cuando estamos muy felices. Lo contrario sería cuando inmediatamente nos enojamos al llegar las perturbaciones, el deseo, la envidia y demás, perdiendo la tranquilidad mental. Entonces, todo cambia al llegar las perturbaciones: fruncimos el ceño, el rostro adopta una apariencia iracunda, todo esto debido a la ira.
Así que, cuando no hay ira, estamos tranquilos.
- El texto menciona que hay tres partes principales de la paciencia: no perturbarnos, no vengarnos y no guardar rencor. Parece que las dos últimas son posiblemente más fáciles de realizar debido a que toman tiempo y se pueden corregir, mientras que la primera ocurre de forma inmediata, al momento de llegar la perturbación, perdemos nuestra tranquilidad. ¿Hay algún consejo sobre cómo entrenarnos en este aspecto?
Primero, hemos estado acostumbrados a esto desde muchas vidas pasadas; perdemos nuestra felicidad inmediatamente cuando llegan las perturbaciones.
¿Qué podemos hacer entonces al respecto? Primero, debemos reflexionar y contemplar constantemente las desventajas de no desarrollar la paciencia y las ventajas de cultivarla.
Sin embargo, si prometemos ahora mismo que nunca más nos vamos a enojar ni perder la paciencia, esto no será posible.
Desde mi punto de vista, es muy beneficioso desarrollar esta promesa por un corto período de tiempo. Por ejemplo, podemos decir: “tengo una naturaleza iracunda”, y frente a las Tres Joyas, al Buda, los Bodhisattvas o nuestro lama, prometer no enojarnos durante la próxima hora, hasta la tarde o durante todo un día. Los días especiales, como la luna llena, también son momentos importantes para hacer estas promesas.
Cuando nos enojamos, es muy útil hacer recitaciones como: “la ira destruye todas las virtudes, desde ahora prometo no volver a enojarme…” y así renovar nuestra promesa.
De esta forma, nuestra mente será entrenada gradualmente.
Por ejemplo, supongamos que necesitamos entrenar a un caballo. No podemos ponerle una soga en el cuello inmediatamente, ya que esto no funcionará. El caballo no lo permitirá, saltará y se resistirá. Por lo tanto, debemos ser muy cuidadosos y entrenarlo de manera inteligente: darle espacio, libertad, hierba para comer y agua para beber.
De la misma manera, no podemos hacer promesas muy grandes, como no enojarnos desde ahora hasta el futuro. Esto se debe a que nuestra habituación a la ira proviene de muy atrás.
Debemos hacer promesas cortas, y gradualmente más paciencia se desarrollará. Así, podremos cambiar nuestra mente de forma definitiva.